Trabajamos
una tierra privilegiada que se llama La Barquera,
está rodeada de pinos, viñas, olivos y frutales. También contamos
con la fauna típica del lugar: jabalíes, aves, y ratulines,
insectos y culebrillas que el gato Éufrates se encarga de mantener
a ralla con gran estrés.
No muy lejos está el gallinero, hogar de trescientas gallinas, que mima y vigila Joan, el Veterinari, aves felices y orondas que picotean su grano, sus
gusanillos y los restos de cosecha, a cambio de los huevos de
las tortillas que habremos de comernos, nosotr@s y vosotr@s.
La
extensión dedicada a huerto es de dos mil metros cuadrados, dispuestos en
terrazas, que se riegan desde una balsa con capacidad para 25.000 litros, llena de agua
gracias al flujo de una fuente
natural (con la que aliviamos nuestra sed en los rigores de la
solana), de ranas, de alguna culebra y de pececillos.
Regamos gracias a la presión que produce
el desnivel de altura entre la balsa y las terrazas de cultivov. En todos los casos el sistema utilizado es el riego por
goteo. También acolchamos la tierra con paja para, aprovechando el agua de lluvia, evitar la evaporación de
agua y la proliferación de vegetación adventicia.
La
finca mira al mar, y cuando un@ levanta la vista de la tierra se
puede perder en su azul inmenso y sereno.
En
esta tierra está dispuesta la hortaliza de temporada, y ya estamos preparando la tierra y organizando los semilleros de la planta que habremos de cosechar en primavera y verano.
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